Nada se cultiva por sí solo,
ya el verbo mismo "cultivar",
implica trabajo, esfuerzo,
dedicación, y constancia.
Una voluntad cultivada
es una voluntad fortalecida,
es el escudo que nos protege de los vicios,
las dependencias, la perdida de la dignidad,
la vagancia, las malas costumbres
y hasta de lo inmoral.