jueves, 11 de febrero de 2010
Los sentimientos: ¿Nos manejan?
Dormir con el enemigo en casa es una experiencia dura. Es dura para el enemigo, dura para uno mismo y dura para los que habitan en el seno familiar.
¿Qué nos puede mantener en seguir durmiendo con el enemigo?
¿Qué hace que no tomemos decisiones de cortar por lo sano?
1. Creer que el cambio es posible, cuando el amor es de dos personas y no solo de una. A veces creemos que el amor es como un zapato, que podemos calzar el número que queramos. Puede ser un número pequeño para nosotros y lo metemos con "calzador". OBLIGAMOS, pero a la hora de caminar sentimos el dolor, la incomodidad y estamos más pendientes del dolor y de la incomodidad que del camino que realizamos a través de él. ¿Cuál es la sensación a la hora de quitarnos el zapato?
2. Miedo a sentirse sólos. Preferimos lo malo conocido a la bueno por conocer. Miedo al cambio, a la incertidumbre, a lo que puede ser de uno.
3. Falsas creencias. Si la persona no me ama, yo tengo que amar hasta la muerte. Hay una especie de compromiso moral que nos mantiene creyendo de que el amor es hasta la muerte, a pesar de que la muerte del amor ya se haya producido.
4. Los niños que pueden estar a cargo de uno. Tal vez sea uno de los elemento más fuertes, sobre todo en sociedades en las que se puede depender economicamente de la mujer, o en sociedades en las que el hombre pueda estar descriminado legalmente a la hora de tener una custodia compartida que le de la oportunida de tener los mismos derechos de la mujer hacia los hijos, y los mismos deberes. También el hecho de pensar que separarse de la pareja puede dañar a los hijos, aunque a veces seamos conscientes de que quedándonos en casa se les puede dañar mucho más.
5. Amor hacia la otra persona. El amor, aunque puede estar disfrazado de ciertas limitaciones, carencias o ideas falsas, puede mantenernos al pie del cañón, aunque muchas veces podemos llegar a preguntarnos el cómo es posible vivir con el enemigo al lado.
Pero detrás de todo ésto tiene que haber una pregunta mucho más importante en la que tengo que integrar si quiero dormir o no con mi enemigo:
¿Qué sentido tiene mi vida?
¿Que quiero alcanzar en la vida?
¿Tiene sentido lo que quiero alcanzar?
¿Lo que quiero sale del corazón o del despecho?
¿Lo que busco es justo y honesto para mi y para los que me rodean?
Cuando tomo una decisión de lo que quiero en la vida lo único que tengo que hacer es poner todo en función de éste objetivo o sentido que tiene en la vida. Y las cosas, dolores y sufrimientos de la vida cuando están dentro del sentido de llevan mucho mejor. Y para ésto un libro realmente imponente: Viktor Frankl: El hombre en busca del sentido
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