martes, 9 de julio de 2013

Auto cambio

 «De joven fui revolucionario y mi oración permanente a Dios era:
 Señor, dame la energía para cambiar el mundo. 
Cuando llegué a la madurez y vi que había pasado 
la mitad de mi vida sin cambiar a una sola alma, 
mi oración se transformó en: 
Señor, dame la gracia de cambiar 
a los que estén en contacto conmigo, 
sólo a mi familia y amigos, y estaré satisfecho. 
Ahora que soy viejo y mis días están contados, 
he comenzado a entender cuán necio he sido. 
Mi única oración ahora es: 
Señor, dame la gracia de cambiar yo mismo. 
Si hubiera orado así desde el principio 
no hubiera desperdiciado mi vida».

Un místico desconocido oriental